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martes, 27 de septiembre de 2011

"El caballero de la brillante armadura"


En todo hombre existe un héroe o un caballero de brillante armadura. Mas que nada él quiere tener éxito en su iniciativa de servir y proteger a la mujer que ama. Cuando él siente que confían en él, se encuentra en condiciones de aprovechar ese noble aspecto de sí mismo. Se torna más atento.
Cuando siente que no confían en él pierde algo de su actividad y energía y después de un tiempo puede dejar de interesarse por el otro.
Imagínese a un caballero de brillante armadura que viaja por la campiña. De repente escucha a una mujer llorar de angustia. En un instante cobra vigor. Apura su caballo y corre hasta el castillo de la dama, donde cae en la trampa de un dragón. El noble caballero saca su espada y mata al dragón.
Como resultado de ello, es recibido afectuosamente por la princesa.
Cuando se abren las puertas es bien recibido y festejado por la familia de la princesa y la gente del pueblo. Es invitado a vivir en el pueblo y se lo reconoce como un héroe. Él y la princesa se enamoran
Un mes después, el noble caballero emprende otro viaje. A su regreso, escucha a su amada princesa que grita pidiendo ayuda. Otro dragón ha atacado el castillo. Cuando llega el caballero, saca su espada para matar al dragón.
Antes de blandirla, la princesa le grita desde la torre: “No uses tu espada, usa este lazo corredizo. Funcionara mejor”.
Ella le arroja el lazo y le hace señas para darle instrucciones sobre la manera de utilizarlo. Él la sigue en forma vacilante en sus instrucciones. Lo lanza alrededor del cuello del dragón y luego tira con fuerza. El dragón muere y todo el mundo se regocija.
Durante la cena de celebración el caballero siente que en realidad no ha hecho nada. De alguna manera, por el hecho de haber usado el lazo y no su espada, no se siente muy digno de la confianza y la admiración de la ciudad. Después del acontecimiento se siente levemente deprimido y olvida pulir su armadura.
Un mes mas tarde emprende otro viaje, en el momento de irse con su espada, la princesa le recuerda que tenga cuidado le pide que lleve el lazo. De regreso a casa observa que otro dragón esta atacando el castillo. Esta vez se precipita hacia delante con su espada pero vacila, pensando que quizás tendría que usar el lazo. En ese momento de vacilación, el dragón le echa fuego y le quema el brazo derecho. Confundido, mira hacia arriba y ve a la princesa que le hace señas desde la
ventana del castillo: “Usa el veneno. El lazo no funcionará”: Le arroja el veneno, que él vierte en la boca del dragón y este muere. Todos se alegran y celebran, pero el caballero se siente avergonzado.
Un mes después emprende otro viaje. En el momento de irse con su espada, la princesa le recuerda que tenga cuidado y que lleve el veneno y el lazo. Él se siente molesto por la sugerencia pero se lo lleva por las dudas.
Esta vez en su viaje escucha a una mujer angustiada. En el momento de precipitarse en su ayuda, su depresión desaparece y se siente confiado y vivo. Pero cuando saca la espada para matar al dragón, vacila nuevamente. Se pregunta: “¿Debería usar mi espada, el lazo o el veneno? ¿Qué diría la princesa?”
Por un momento se siente confundido. Pero entonces recuerda como se había sentido antes de conocer a la princesa, en aquellos días en que solo llevaba espada. Con un estallido de confianza renovada, se desprende del lazo y el veneno y ataca al dragón con su confiable espada. Mata al dragón y el pueblo de la ciudad se alegra.
El caballero de armadura brillante nunca regresó a su princesa. Se quedó en esa nueva aldea y vivió feliz por es resto de sus días. Finalmente se casó, pero solo después de haberse asegurado de que su nueva pareja no sabía nada sobre lazos y venenos.

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